En casa... las niñas empiezan a comentar que no queda mucho para que me vaya, y a veces hasta lloran. Las peticiones de que regrese el año que viene ya no se escuchan, porque se sabe que caen en saco roto, que mis planes de futuro van por otros derroteros (a corto plazo, eso sí, que no descarto volverme con los belgas en otro momento de mi vida).
De nuevo se ha pasado el tiempo en un suspiro, y en cuanto pase mi visita madrileña del 17 al 20, apenas me quedará un mes en la belle Belgique. Y me da pena, me da rabia irme pero, esta vez clarísimamente, no hay discusión: quiero volver a Madrid. Ya me plantearé qué haré con los recuerdos; pienso en Kaunas y en Bruselas, y luego pienso en Sabina cuando canta lo de: 'al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver', y cruzo los dedos para que no haya nada de cierto en esa recomendación, al margen de la poesía en sí misma. Claro que, por esa regla de tres, no debería pisar Madrid de nuevo, ya que en pocos sitios he sido más feliz que ahí.
Simplemente escribo porque dejar el blog morir, ahora que aquí absolutamente todo está renaciendo, me da mucha pena. Igual se acaban las anécdotas y empiezan las invenciones, pero tened por seguro que no tengo intención alguna de abandonarlo.
Dos fotos del cumple de Jon. Sí, la ''tarta'' es un pollo. Somos así de especiales.
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