viernes, 1 de marzo de 2013

¿Tragedia de Fin de Grado?

El fin de semana que viene aterriza visita procedente de Madrid, así que durante la semana tendré que adelantar mucho material del Trabajo de Fin de Grado. Terminaré la parte más teórica y empezaré con el análisis de noticias, de donde espero sacar las evidencias que empiecen a dar consistencia a la hipótesis... De nuevo empiezo a sentirme emocionada, como en los mejores momentos de la carrera, y se me llena la cabeza de pájaros que dicen que algún día podré ejercer de periodista y hacer algo que aporte un 0.01% de mejora en estos tiempos de mierda que corren. Claro que luego levanto la vista del micromundo tfgeriano y el mundo real que veo me dice otras cosas. Pero tirar la toalla desde ya sería insultarme a mí misma.

Leo sobre la campaña #nonosvamosnosechan que está cogiendo fuerza estos días en internet, y que recoge las voces de un montón de gente que se está marchando de España porque la realidad se impone, y es tan cruda que ya no hay quien se la coma. Y yo, que estoy en este año-limbo, que me asomo al precipicio sin saber qué sentiré cuando presente el TFG (seguro que mucho alivio no, precisamente), tengo una duda infinita entre quedarme aquí en Bruselas y buscarme la vida (como dicen por ahí, si tengo que terminar fregando platos, por lo menos que sea en inglés, francés o cualquier otro idioma...) o volver y pelear por poder realizarme profesionalmente cerca de casa (no digo ni siquiera Madrid) y no tener que saber de la gente que quiero a través de Skype mes tras mes.

Javier Gallego: "No se van, los echan. Los echan de las empresas en las que trabajaban. Los echa un gobierno que reduce la inversión en Investigación, en Educación y en becas. Los echa un sistema podrido que roba a los de abajo para dárselo a los de arriba, que premia a los que nos hunden y ahoga a los que están hundidos. Los echa el hedor insoportable de las alcantarillas del poder. Se van porque quedarse sería como hacer una huelga de hambre forzosa. Para que no se vayan más, para que no nos echen, tenemos que echarles".

Es terrible el drama de quien pierde su puesto de trabajo, más si es a una cierta edad. Es terrible la situación de quien ve recortados su sueldo y sus derechos laborales, ajustando hasta la asfixia los malabarismos de la economía familiar. Es terrible porque se derrumba lo que habías construido y creías seguro. Y entonces peleas para defender lo que es tuyo. Decidme ¿qué hay de los que recién llegamos a la puerta tras la que se supone que deberíamos empezar a construir y nos la encontramos tapiada? Tras meses y meses así, la sensación final es de frustración tal que empiezas a sentir que mendigas algo que deberías ser capaz de autogenerar. Que no vales, que algo hiciste muy mal: una carrera equivocada, pocos idiomas. Que no tienes iniciativa, porque si la tuvieras tendrías curro; que quien la sigue la consigue, que quien busca trabajo lo encuentra.

No es comodidad, nadie puede hablar ya de gente vaga ni de desgana. Tampoco defiendo que seamos la generación más preparada de nuestra Historia -demasiada presuntuosidad- pero a diario veo multitud de buenas ideas que van cayendo en saco roto. Renuncias. Y la frustración va ganando la batalla a mucha gente que ni llega a los 25 años, y esto es algo deplorable. No voy a autocompadecerme de mi generación, muchos en la historia ya emigraron y sobrevivieron, y muchos más lo están haciendo ahora y si de algo somos capaces es de adaptarnos. La precariedad nos ha vuelto astutos, ágiles, más "espabilados", que diría mi abuela. Somos listos, y queremos ser útiles para salir del agujero, pero es que además queremos comer, y pagar un alquiler, y no seguir dependiendo de nuestros padres hasta el día del juicio, perdonen si les parecen demasiado exageradas las exigencias.

Y es cierto, es casi una evidencia: probablemente no llegaremos a ser los profesionales que una vez soñamos. O, si lo conseguimos, desde luego no será cerca de casa. Pero lo bueno es que esto último ya apenas nos importa, es el mal menor. Huir, "escapar de aquí antes de que cierren las fronteras" (me decía ayer un amigo desde España) es el objetivo.

Miren, el espíritu aventurero y quijotesco podrá estar aquí, grapado al pecho, dentro, enquistado en el ADN si quieren. Pero no nos vamos por gusto, nos están echando del país.


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