Acabo de subir de una sobremesa de media hora con Madame Martin, que me ha recontraencantado. Digamos que hemos estado hablando sobre su pasado y mi futuro. De cómo está la situación actual, de cómo a veces buscarse la vida fuera de casa puede ser tan duro como emocionante, y de que el esfuerzo (y los malos tragos) dan sus frutos. Ellos se fueron jóvenes a los Estados Unidos, me ha estado contando los inicios por allí, con un bebé, sin conocer apenas a nadie... me he quedado pensando en que una vez más me he tenido que comer mis prejuicios con patatas. Pero bueno, esto no quita para que las niñas sigan estando mimadas, que conste. Aunque con un poco de mano izquierda voy ganando todas las batallas. Hoy ha salido el sol por segundo día consecutivo, y me he pasado la tarde con Juliette en el parque. Aquí, en Bruselas, cerca de la zona de la Unión Europea, las conversaciones de dos niñas de cinco años que se conocen en un parque empiezan asi: ¿tú qué idiomas hablas?. Ha sido interesante, desde luego, sobre todo porque la otra niña hablaba francés, neerlandés e italiano, pero su señor abuelo y yo misma aún no dominamos el francés, así que he tenido una clase de italiano express.
En fin. Febrero es un mal mes desde que el mundo es mundo (cada año me reafirmo más en mi teoría) pero ya se ha terminado, y además este viernes aterrizará un comité madrileño que me hace muchísima falta, así que estoy relajada y feliz.
Aquí os dejo a Nifty en una de las muchas ocasiones en que viene a mi cama a amodorrarse. |
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