viernes, 14 de octubre de 2011

el GRAN viaje

Antes que nada, un regalillo para quien esté muy aburrido y quiera ver y escuchar lo que hacemos los erasmus españoles por Kaunas.

Primero, un vídeo que grabamos para la Spanish Cultural Night:



Segundo, el programa de radio que grabamos la semana pasada en la radio de la universidad (como podéis ver, hacemos cosas muuuy chulas :)
-Empieza a partir del minuto 8 más o menos! y dura mucho, pero es entretenido!!!!

http://soundcloud.com/jdoniolv/vdu-radija-two-hours-abroad/s-b598N


Y ahora... EL VIAJE!

Salí de la residencia a las tres de la mañana, cargada con un macuto y con una almohada enorme bajo el brazo. Subí a un autocar bastante viejo/incómodo y me dormí.
Cuando desperté, estábamos en Riga, aparcados al lado del albergue en el que dormí cuando estuve allí a finales de agosto. Me puse contenta por reconocer todo, y me entraron ganas de bajar y volver a pasear por esas calles tan atípicas. Pero claro, eran las siete de la mañana y sólo habíamos parado un momento para recoger a más estudiantes Erasmus que también venían con nosotros a San Petersburgo. Por cierto, de eso va esta entrada, de mi primera incursión en Rusia (y digo primera porque por aquí ya barajan la posibilidad de organizarnos otro viaje barato a Moscú antes de acabar el año).
A partir de ahí, dormimos poco. Nos repartieron los papeles, documentos que teníamos que rellenar, otros que "sólo" debíamos proteger con nuestra vida y alguno más que realmente no servía para nada. Empezaron a advertirnos de todo lo que no debíamos hacer en la frontera: nada de fotos, nada de comer, nada de gritar... La verdad es que era para ponerse nerviosa. Al llegar, lo que más me impactó fue ver la cola de gente que esperaba para salir de Rusia hacia Estonia, debían esperar como dos horas para poder entrar en la oficina, enseñar el pasaporte y cruzar. Pero lo nuestro tampoco iba a ser facilito: después de estar más de media hora parados mientras arreglaban los papeles del autobús, nos hicieron bajar con todo el equipaje y esperar en una sala mientras un señor nos iba mirando el pasaporte, sellando el visado de entrada y dándonos el visto bueno.
Volvimos al bus y, dando cabezadas, de pronto nos dimos cuenta de que habíamos llegado a una ciudad grande, verdaderamente grande. De hecho, la primera CIUDAD con mayúsculas que he visto desde que dejé Madrid.
Qué calles tan largas, que no alcanza la vista para contemplarlas por completo; qué edificios tan palaciegos, qué río tan mar y qué iglesias tan poco iglesias. Esa fue la primera impresión. Nos dejaron en las puertas de un hotel bastante mastodóntico, a eso de las 8 de la tarde -y por supuesto ya era de noche casi cerrada-. Asaltamos un supermercado que había en el mismo hotel y subimos a cenar, ducharnos y fiestear un poco en la habitación. Pusimos música en la tele rusa y tras dos o tres horas de charla caímos muertas en la cama. Debo decir que las habitaciones eran de tres: Ana, Marta y yo dormíamos juntas y a Maialen le tocó con dos checos, pareja, llamados Peter y Petra (no comments).
Por la mañana bajamos corriendo a un buffet libre que tenía cosas tan pintorescas como espaguetis o muslos de pollo para desayunar, y luego subimos al bus para iniciar el único fiasco del viaje. Pasamos tres horas recorriendo San Petersburgo en autocar y bajando de vez en cuando durante 10 minutos para hacernos una foto con tal o cual monumento. El cabreo iba en aumento: ¿qué manera de viajar y hacer turismo es ésa? Suerte que nos dejaron libres antes de comer y dedicamos tooooda la tarde a hacer lo que nos dio la gana: vimos iglesias, palacios, parques, jardines; caminamos por las principales avenidas, entramos en la librería más grande de la ciudad (donde, por cierto, encontré Crimen y castigo en castellano y me lo llevé en la mochila) e hicimos miles de fotos preciosas.
Por la noche salimos de fiesta, bajo la lluvia, pero diversos factores adversos (básicamente mucha gente muy borracha) hicieron que nos volviéramos pronto a casa (cogimos un taxi ilegal y terminamos engañando nosotros al taxista, le pagamos 250 rublos, que vienen siendo unos 6 euros, entre cinco).
El día siguiente fue muy muy muy precioso. Cogimos el autocar a las 11 -después de habernos atiborrado propiamente en el buffet- y fuimos al Palacio de verano. Nos dejaron a nuestro libre albedrío: pagamos la entrada al palacio y estuvimos paseando por los jardines durante tres horas. Fuentes, miles de árboles, orquestas... muchísimo lujo, era muy bonito pero demasiado exagerado. Por suerte al fondo se alcanzaba a ver el mar, y hacia allí nos fuimos, para sentarnos sobre las hojas y mirar un poco al Báltico, que cada vez me gusta más. Al salir nos compramos unos guantes de invierno invierno y visitamos una iglesia. Y hubo que subir al bus para volver a la ciudad.
Personalmente, yo tenía mucho que preparar, porque me había apuntado para ir a ver "El lago de los cisnes", y no quedaba mucho tiempo. Me arreglé -un pelín, lo justo- y me fui con un checo, una alemana, un italiano y tres franceses en busca del teatro. El taxista nos timó, esta vez, y pagamos más de 1200 rublos por una carrera de 15 minutos. Pero dio igual, porque el ballet fue una maravilla. Yo ya conocía la historia y la música y, para ser sincera, tenía mis reservas con respecto al baile. Pero me fascinó. Al salir cogimos el metro y volvimos al hotel, preparados para -esta vez sí- una noche de fiesta no frustrada. Tuvimos que pagar unos siete euros para entrar al garito, y al ritmo de "Jhonny, la gente está muy loca" se nos fue la hora. Lo peor? La vuelta al hotel, una hora caminando, llegamos sobre las cuatro de la mañana. Y al día siguiente había que madrugar...
para visitar el Hermitage!!! El Palacio de Invierno, más majestuoso imposible, de cara al río Neva, es ahora uno de los museos más importantes del mundo. Visitamos la parte relacionada con los zares rusos -lo que nos llevó unas buenas dos horitas- y salimos a probar comida rusa. Realmente no sé si era rusa o no, pero comí una especie de guiso de carne, tomate, queso y champiñones que estaba para chuparse los dedos. Y tras tal suculento almuerzo... corrimos como locas para llegar al hotel y coger el bus de vuelta.
Hicimos una última parada en un sitio estilo Makro para comprar tabaco y alcohol (sí, así nos lo presentaron) y sin más emprendimos la vuelta. De nuevo tuvimos que fastidiarnos durante una hora en la frontera, pero el resto del trip transcurrió en calma.

Lo mejor, llegamos a casa a las 6 de la mañana, en vez de a las 9 como nos habían anunciado, lo que significó que pude dormir antes de ir a clase. (Porque sí, la vida real ha vuelto y ahora toca ir a la universidad -.-)

No me odiéis, pondré las fotos mañana, o dentro de un rato (que han llamado a la puerta y me invitan a un té en la escalera).

Se os quiere y se os echa de menos!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario