lunes, 14 de enero de 2013

El retorno de la au pair (con las pilas cargadísimas)

Pues nada, aquí estamos. He esperado un poco para escribir la primera entrada del nuevo año, con la intención de tener más cosas que contar... y vaya si tengo.

Pese a que me pasé los últimos días en Madrid llorando como una boba, el caso es que el día 8 estaba tan tranquila, y la llegada a la casa fue estupenda, mis niñas diciéndome cuánto me habían echado de menos durante las vacaciones, y en ese plan. La primera noche fue un poema, porque estábamos todos absolutamente reventados, e intentábamos contener los bostezos durante la cena, hasta que Juliette se durmió encima del plato de espaguetis (se durmió literalmente).

También me hizo mucha ilusión volver al cole de las peques, y reencontrarme con el resto de madres, padres, nannys-aupairs, está todo el mundo empeñado en que les hable en francés, así que como son todos adultos (adultos de más de 30 años xD) y no se ríen mucho de mí, yo les hablo como buenamente puedo.

Total que el martes, después del vuelo infernal con Ryanair, caí en la cama a las 8 de la tarde, y dormí 13 horas seguidas. Tengamos en cuenta que, al llegar al Charleroi a las 9 de la mañana (y habiendo dormido sólo 2 horas), tenía intención de coger el autobús que lleva a la Estación de Midi por 13 euros, pero otra española me cogió por banda diciéndome que si conseguíamos hacer un grupo de 8, podríamos ir en taxi por el mismo precio. Total, que con el frío que hacía, pasamos casi 40 minutos buscando personal para llenar el macro taxi. Con lo cual llegué a casa en estado catatónico.

El miércoles fue un día relajado en exceso. No me tocaba recoger a las niñas del colegio, y por la tarde la peque no quiso ir a la piscina, así que nos quedamos en casa jugando y deseando irnos a dormir otra vez.
Pero el jueves ya tenía yo las pilas cargadas, y es que además el grupo de Españoles en Bruselas de Facebook bullía de actividad. Claro, con el año nuevo eran bastantes los spaniards recién aterrizados en la capital de Europa, y muchos de ellos tal y como llegué yo: sin conocer a nadie. Entonces empezamos a organizar alguna quedada para el fin de semana. Por lo pronto esa noche salí un rato con Vicen y otros dos amigos suyos Erasmus (una madrileña y un catalán) al Rock Classic Bar, un sitio chulísimo cerquita de la Bourse. Y el viernes ya vino una noche que me trajo a la memoria quellas veladas míticas de Kaunas (supongo que algo tendría que ver el hecho de que ya empezó a helar y a nevar).

Quedamos unos cuantos del grupo de Facebook, sin conocernos de nada, en un bar asturiano, llamado el Cabraliego, situado cerca del Palacio de Justicia (metro Louise). Yo llegué un poco tarde, me perdí, y ya estaba a punto de irme a casa cuando me llamó una de las chicas con las que habíamos quedado y me fue guiando por teléfono hasta que encontré el bar. Y con un poco de sidra asturiana de por medio, se nos pasó el tiempo rápidamente, habíamos llegado a las 9 y ya era la 1 y media. Para entonces ya había conocido a otras dos au pairs, a una enfermera, a un abogado y a algunos que venían a estudiar francés y a buscarse un poco la vida (todos más o menos de mi edad) y estábamos pasando un rato estupendo. De repente se unieron más españoles, estos andaluces, y propusieron ir con la fiesta a otra parte. Así que salimos del Cabraliego, y caminamos por el centro de Bruselas (qué frío hacía...) hasta llegar cerca del metro de Madou, y terminamos entrando en un local llamado Bourbon, que estaba vacío y parecía a punto de cerrar, pero gracias a nosotros siguió abierto hasta las 6 de la mañana. Encontramos una guitarra española muy desafinada y terminamos dando un concierto en los lavabos (porque en el local había demasiado ruido). Y la verdad es que lo pasamos pipa... Yo vuelvo a mis reflexiones en exceso felices sobre lo bonito que es conocer gente de cero en circunstancias ligeramente adversas y hacer frente común, aunque sólo sea para relajarnos después del curro y el estudio.

El sábado dediqué la tarde a estrenar la cámara en condiciones, y me fui al centro a hacer fotos de mi querida Grand Place y alrededores. Y por la noche me tocó babysitting, porque los padres se iban de cena, así que acosté a la pequeña después de releer la Bella Durmiente y después tuve sesión de cine con la mayor, Las dos Torres.

Y ayer, domingo, otro día estupendo. Comí con Jurgen, Ángela y Alba (otra au pair de la zona flamenca, la conocí ayer) en una crêperie estupenda, y después, aunque intentamos pasear por la ciudad, hacía tanto frío que terminamos metiéndonos en una gofrería donde pasamos el resto de la tarde. Luego se nos unió Vicente, y se nos fueron las horas charlando, hablando del futuro, planificando viajes (Luxemburgo, Berlín, Flandes, Brujas...) y con la consabida exhibición de magia con la baraja por parte de Vicente nos volvimos a casa, a eso de las 7.

La Bourse

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