domingo, 20 de enero de 2013

Noticias desde Arabia (III)

Aquí en Bruselas la nieve hace que los tranvías apenas puedan circular, y mientras, desde Jeddah, mi padre me dice tan contento que últimamente refresca un poco, y que algunas noches se tienen que poner una chaqueta, porque bajan de los 25ºC. 
Las inclemencias del tiempo podrían ser lo peor; que en enero sea verano y ver con temor acercarse los meses de julio y agosto (la temperatura sube hasta los 50ºC) podría ser el choque más fuerte, pero por desgracia no es así. Cuando uno ya se acostumbra a los hombres armados en la puerta del compound, a las mujeres cubiertas de negro, a la ausencia de transeúntes en un reino de coches de alta gama, al cierre de los comercios en las horas de rezo, incluso a las altas temperaturas, todavía queda la policía religiosa.

A mi padre le gusta salir a correr, y gracias a un compañero de trabajo encontró una especie de asociación, llamada los Jeddah Runners, que organiza algunas carreras. La primera en la que participó tenía todos los ingredientes propios de cualquier carrera popular, aunque adaptados al medio: la salida fue a las 6 de la mañana, corrieron "en medio de la nada" a las afueras de la ciudad, los dorsales tenían que devolverlos para su reutilización... unos sesenta corredores, entre los que había mayoría de asiáticos (coreanos y filipinos) y europeos. También participaron mujeres occidentales, y había incluso un par de saudíes. Dice que parecía que fueran a hacer algo ilegal. De público, tan sólo un pakistaní. 

El viernes había otra carrera, pero esta vez se vio interrumpida desde el principio. Estaban preparándose para empezar cuando apareció la Mutaween, de nombre oficial "Comité para la Propagación de la Virtud y la Prevención del vicio" (es decir, la policía religiosa). Me escribe mi padre: "No llevan porra ni pistola, pero todo el mundo se ha callado. Las mujeres han desaparecido, unas se han escondido entre los escombros y otras dentro de un coche. Por un momento pensábamos que no podríamos realizar la carrera". Finalmente dejaron correr a los hombres, pero la policía se quedó allí vigilando que ninguna mujer participase en la competición. Incluso tomaron la matrícula del coche en el que se habían escondido algunas de ellas. Los organizadores dijeron que no sabían cómo la Mutaween había descubierto el sitio de la carrera, y pidieron disculpas a los participantes. Supongo que si quieren que las mujeres puedan participar tendrán que buscar un nuevo lugar. Dice mi padre que el poder que tienen es impresionante. Y  esto sólo es un pequeño ejemplo.

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