lunes, 21 de noviembre de 2011

Elecciones generales.


Todos sabíamos lo que iba a pasar, y aun así quisimos juntarnos y verlo en comunidad, igual para darnos un poco de ánimo al ver que los 15 que estamos aquí pertenecemos al poco concurrido club de los que creen que esto es un desastre.
Aunque algunos tenían algo más que celebrar, y los escaños de Amaiur fueron comentados y recomentados, el sentimiento general fue de ¿pero con qué vota la gente en España? Porque con la cabeza está visto que no.
No he votado y no me escudo en la adversidad de las circunstancias para hacerlo, sólo me hubiera costado algún viaje más a Vilnius, visitas a la embajada y poco más. Pero no tenía a quién, y me negaba a votar útil. Nulo, en cualquier caso, pero me pudo la incertidumbre y al final no lo hice. Me alegro de los escaños que ha ganado IU, me alegro de que el PSOE se haya pegado el tan merecido batacazo. Pero ahora vamos a vivir en PPlandia por ¿4-8-12? años, y me tiemblan las piernas.
Se ríen de los que decimos que el sistema está obsoleto. Pero la realidad es que lo está. ¿Qué podemos esperar ahora? La soñada reforma de la Ley Electoral no va a llegar fácilmente, no serán ellos quienes caven su propia tumba.
Estoy cabreada, sobre todo por la coyuntura social-política-económica. Pero también porque aquí el tiempo se acaba, mucha gente no volverá en enero y de repente parece que queda todo por hacer y que los días no son suficientes. Menos de un mes, ya, para que vuelva a Madrid. Y lo estoy deseando, ojo, necesito unas Navidades entre familia y amigos como el comer.


Pero no se puede tener todo.

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