Pues bien, la primera -y, para una servidora, una de las peores- despedidas de este segundo cuatrimestre ha tenido lugar hace diez minutos. De las peores porque de España a Turquía hay varios miles de kilómetros; porque las personas que se hallan cerca de la treintena tienen una vida bastante ocupada, alejada de la libertad estudiantil y, por lo tanto, menos tiempo para viajar y muchas más ocupaciones; porque es necesario un pilar en medio de este desvarío de residencia, una referencia, esa persona que ve tu vida desde fuera y aporta el otro punto de vista, el abrazo más seguro cuando Madrid y el Norte llaman y queman y te recuerdan todo lo que ya no está; porque una de las maravillas del Erasmus es la desaparición de las barreras culturales, el descubrir que, pese a las mil y una diferencias, no somos tan distintos.
Porque es triste pensar que quizá nunca vuelvas a ver a quién estuvo tan cerca de ti.
Porque querría llevármelos a todos conmigo a Madrid.
qué perdimos cuando lloramos.
Gracias a aquellas lágrimas
ahora somos el mar"
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