viernes, 11 de mayo de 2012

Hablando con Mérope vía Facebook.

Esto del Erasmus, ¿es una mentira, una burbuja, un mito, una suerte de realidad paralela?
Sinceramente, a poco más de una semana de irme, puedo afirmar que no. Cierto es que hay un porcentaje de mentira. Que unos 40 estudiantes internacionales de entre 19 y 30 años convivan en una residencia da pie a un clima que podríamos calificar de "gran hermaniano". Muchas cosas se ven alteradas: desde las emociones hasta los horarios. El tiempo para ti depende de tu fuerza de voluntad para pelear contra la lluvia o la nieve y salirte a la calle. Ese caldo de cultivo deja posos de no-verdad, porque al final hay días en que tienes la sensación de que hasta para salir a calentar un vaso de agua al microondas te miras antes en el espejo y te produces, aunque sea ligeramente. Hay veces en las que sabes que de camino a los ventanales del noveno piso te cruzarás al menos con cinco personas, y tendrás que mantener una conversación con -mínimo- dos de ellas. Y como sólo quieres estar contigo, pues pospones la visita a los ventanales, cuando lo único que te apetecía hacer era ver la puesta de sol. Eso no me gusta. Pero vivir en comunidad tenía que tener alguna desventaja...


Lo mejor, lo rotundamente bueno de este Erasmus -y es una conclusión a la que llegamos ambas- no es conocer mundo, conocer gente, enamorarte veinte veces porque el medidor de emociones está 100% descompensado, hacer locuras, aprender idiomas... no. Eso es tremendo, te renueva la forma de ver lo que te rodea, sí. Pero lo indescriptible es el cambio que opera en ti como persona. De ti a ti. Cómo te ves bajo una nueva luz y -por primera vez- sin trabas, sin ninguna. Tú completamente desnuda de los miedos, los prejuicios y las seguridades que antes te envolvían. Y te ves nueva, como un recién nacido, que sólo te produce ternura y un respeto de fondo. E inevitablemente te quieres, te gustas, porque has pasado por mil situaciones que hace un año no imaginabas, y has sobrevivido a todas. Y ahí sí que no hay mentira alguna, porque lo que tú has pensado, sentido, llorado y reído es en realidad toda tu verdad. 
Y me siento una privilegiada. 
Por haber tenido esta oportunidad, 
por haber sido valiente como para afrontarla,
por haber prorrogado un cuatrimestre mágico,
porque en la primera entrada de este blog, escribí: 
"Hay quien se va porque no aguanta más aquí, otros porque se aburren de su carrera, algunos quieren olvidar ciertas caras, y otros cuantos simplemente necesitan más aire. Me apunto a todos esos motivos y sumo dos.
1) Conocer el mundo
2)Conocer a esa Elena que tanto me confunde"
y hoy, a diez días exactos de volverme, sé que lo he hecho, y que no sólo ya no hay mitades que confundan a quien yo creía que era Elena, sino que toda yo me siento entera, afortunada y feliz en el más amplio sentido de la palabra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario