jueves, 29 de noviembre de 2012

Consejos para futur@s aupairs (2)

Bueno, la semana está siendo bastante intensa, y no por cosas buenas precisamente, pero intento tomármelo con filosofía.

Una de las cosas fundamentales, vitales, a la hora de encarar esta experiencia es hacerse con una lista infinita de preguntas sobre la rutina de los niños y conseguir que los padres las respondan. Porque si no, luego vienen las dudas existenciales cuando los niños tratan de torearte, y tú te niegas, por ejemplo, a que llenen la bañera hasta arriba, y ellos se deshacen en llanto gritos estridentes y repiten eso de que "voy a decirle a mamá que no te portas nada bien conmigo" y tú te subes por las paredes. Y te subes más por las paredes cuando te das cuenta de que tu criterio vale de poco, porque parece ser que sí, que llenar la bañera hasta el máximo está permitido (y merendar pan con nocilla + un gofre + un bocadillo, también). Así que ya sabéis, que los padres os den las normas claritas, para que sepáis a qué ateneros.

El problema -que puede tocar un poco la moral, como me pasó a mí el martes- viene cuando tú crees que te estás adaptando bien, que todo va fluyendo, que todo ese tiempo empleado en ver películas de Disney, trenzarles el pelo, jugar a las muñecas y leerles cuentos antes de dormir está dando sus frutos y las niñas ya te han cogido cariño. Porque entonces una de ellas deja tirados los juguetes por millonésima vez, y cuando le dices con mucha calma que no eres su esclava, la niña -de cinco años- te dice muy seria: mira, yo vivo aquí y tú no, y tú estás trabajando para mí, porque mis padres te pagan, así que soy yo quien decide. Y sale corriendo escaleras arriba a encerrarse en cualquier habitación. En un momento así hay que intentar mantener la calma a toda costa, porque perder los nervios no sirve de nada... aunque obviamente razonar con ella tampoco. Inventiva al poder, y -si alguien es tendente a llorar de la rabia, como yo- que no lo haga delante de los críos, por supuesto.

Lo bueno de esta semana, es que está aquí la abuela de las niñas, que ha venido de visita. Y si la madre las requetemima y consiente, la abuela las lleva más derechas que un palo, y no se deja engañar por lágrimas de cocodrilo. Además a ella la entiendo perfectamente porque vocaliza con más claridad, así que ya tengo más argumentos a la hora de combatir las rabietas de Juliette. Lo gracioso es que como no se espera que le hable en francés, en cuanto le digo algo en ese idioma se le corta el llanto.

Pero bueno, no todo iban a ser malas noticias, me llegó una carta de Madrid :) que me vino de perlas para calmarme y leer informaciones muy interesantes. Un besazo, tía! Y la madre me comunicó con mucha alegría que han decidido que los meses que no voy a trabajar enteros (diciembre y enero), me los van a pagar como si lo hiciese, según ella porque "así me ahorro el trabajo de tener que estar contando los días, es más cómodo para mí". Pues nada, oiga, ante todo su comodidad.

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