miércoles, 7 de noviembre de 2012

Días cuatro y cinco: jugar, jugar, jugar... ir a la piscina, jugar y estar cada vez más a gusto.

Bueno, ya sé claramente en qué consiste esta rutina mía belga...

Ayer por la mañana me fui de compras y a pasear por cualquier lado; terminé en el barrio de la Unión Europea, diciéndome a mí misma que qué feos son los edificios de los que tanto oímos hablar de un tiempo a esta parte. Me encontré a unos cuantos españoles, la mayoría de ellos currantes del Instituto Cervantes, que está al lado del colegio donde estudian las niñas y, en un súbito ataque de nostalgia, vi El País en un kiosko y después de comprarlo me senté en un parque bajo el solecillo a leerlo con calma.

La verdad es que me siento un poco rara. Tener que organizarme las mañanas para sentarme a trabajar me va a costar un esfuerzo extraordinario, pero lo estoy intentando con todas mis fuerzas. Luego me veo en la puerta del colegio, que como es todo en inglés, los padres y madres (y babysitters) que van a recoger a los críos son de todas partes del mundo: hay coreanos, hindúes, italianos, belgas -claro-, ingleses... Españoles no he visto a ninguno todavía.

Ayer volvimos a casa en tranvía y vino la rutina de merienda-deberes-ducha-jugar hasta la hora de la cena. Por fin Yves Loic pudo resolver el problema que tenía mi portátil con el internet, y me pasé la noche viendo unos cuantos capítulos de Lost en francés.

Hoy el día ha sido un poquillo diferente. Los miércoles salen antes de clase, para venir a comer a casa, y no tengo que ir yo a recogerlas, que va su madre en coche. Así que hemos comido y después nos hemos dedicado a hacer manualidades durante dos horas y media. Primero un juego rollo laboratorio de éstos de hacer crecer cristales y luego otro de pintar con arena... tienen veinte mil millones de cosas, pero lo bueno es que no son las típicas niñas que se aburren en seguida de algo y lo tiran por ahí. Y nada, digamos que hemos estado cantando We are the champions hasta la saciedad, y cuando ya me he hartado he cambiado al cumpleaños feliz (maldita la hora!!!), y ésa ha sido nuestra banda sonora hasta hace un par de horas; eso sí, alternando: una vez en inglés, otra en francés y otra en español. Pero no hay quien las saque del "compliaaaanos feeelisss" jaja.

Luego hemos merendado, y me he ido con la peque a la piscina. En patinete, tan felices. Cuando hemos salido de allí ya era noche cerrada, y sólo eran las 6, pero bueno, así es Europa. Y nada, vuelta a casa, ducha, de nuevo el cumpleaños feliz cantado infinidad de veces y ya nos hemos puesto a ver una película un ratito hasta la hora de cenar (salmón con arroz y champiñones). Los padres me han estado preguntando un rato largo por papá, que si ya había podido hablar con él y demás. Y luego le han preguntado a Juliette que si estaba contenta conmigo, que si le gustaba, y la respuesta ha sido (literalmente): "YESSSSS Elena is the loveliest girl in the whooooooooole world, and she si SOOO funnyy". Así que nada, no voy a negar que me ha gustado mucho oírla decir eso, porque no sólo es que me lo esté currando, sino que yo también me lo paso bien. No obstante, sigo pensando que alguna trampa tiene que haber en todo esto porque, vamos a ver: trabajo 22 horas a la semana, me pagan 500 euros más el alojamiento, más el abono de transportes, y además durante todo el día estoy practicando inglés y francés. Ya veremos, no quiero empezar a saltar de alegría, calma, Elena.

Así que nada, me alegra ver que os alegra leerme (gracias por los emails, levantan mucho el ánimo, de verdad de la buena!) y sabed que siempre me acuerdo de vosotro (no en vano, para eso escribo el blog -y para asegurarme de que no os olvidáis de mí completamente!!!).

Bisous!!!

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